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Crónica de un divorcio

Recuerdo el día que conocí a Pepe. Vino con una sonrisa forzada que no se creía ni él mismo. Un abogado le había ofrecido un divorcio de mutuo acuerdo leonino y su ex mujer, aparte de haberse ido a vivir con otro hombre y poner a los hijos en su contra, le exigía hasta la mitad de las costas del otro abogado. Pepe me preguntaba si le podíamos echar un vistazo a ese convenio de divorcio. Cuando lo ví no me lo podía creer: mi nuevo cliente se veía obligado a pagar gastos de todo tipo sin la adecuada justificación. Visitas a sus hijos, las mínimas. Y hasta se veía obligado a pagar aparte el colegio, el cual por ley va incluído dentro de la pensión de alimentos. Tras empezar a hablar con él, aparte de ver que tenía la moral por los suelos, me di cuenta de que hasta su hijo mayor le extorsionaba, y condicionaba el verle a       que le diera doscientos euros para comprarse unas zapatillas deportivas. 
La primera medida que tomé fue hacerle una tabla "excel" para contabilizar los gastos exhorbitados que le reclamaba su ex mujer, los cuales fuimos clasificando en "exigibles" "pendientes de justificación" y "inaceptables". Citaré como ejemplo que entre los inaceptables estaba pagar el movil de su propia ex esposa. Cuando terminamos con la lista, mi cliente empezó a ver lo que estaba pasando: Su mujer hasta le había llegado a reclamar un gasto de dentista de un hijo por el cual había recibido una subvención de su empresa del 100%. Había "limpiado" todo el dinero de la cuenta conjunta (una de las primeras cosas que hace quien ha cometido una infidelidad y planea romper el matrimonio) y mi cliente estaba al borde de la quiebra personal y empresarial.
Rompimos el acuerdo y recomenzamos la negociación del divorcio con el abogado contrario desde cero. Este y su clienta, instalados en el chantaje emocional, no quisieron ni oir hablar de mi y demandaron a mi cliente a través de un divorcio contencioso.
La vista fue de las que hacen época: habíamos juntado un montón de documentación sobre los ingresos reales de ella y los gastos de los hijos, y los aportamos a la vista: ganaba más del doble de lo que declaró en demanda. Conseguimos una pensión mucho más justa y adecuada a la situación de nuestro cliente, y no solo eso: el día que terminamos con él y nos despedimos, era una persona tranquila y feliz que había conseguido poner orden en su vida familiar. He omitido un detalle: fue el primer cliente con el que hemos utilizado una estrategia de resolución de problemas, el cual no solo le garantizó un divorcio más justo, sino saber afrontar personalmente y rechazar las inevitables e injustas exigencias post divorcio. Es decir: manejarse por si solo y sin nuestra ayuda para hacer frente al chantaje emocional y a la coacción, para así reestablecer una adecuada relación con su ex e hijos.