4 claves para evitar que nuestro matrimonio acabe en divorcio
Dicen las estadísticas que hoy en día uno de cada 3 matrimonios acaba en divorcio. Exageración o no, les vamos a contar lo que nuestros clientes nos confiesan a puerta cerrada como causa detonante de su divorcio y como evitarlo.
LA CAUSA NUMERO UNO: LAS TERCERAS PERSONAS
He comprobado a lo largo de estos 20 años como abogado matrimonialista que en realidad los hombres nunca se divorcian, siempre son ellas: su esposa, su amante o su madre. Es muy poco frecuente que un hombre por iniciativa propia promueva un divorcio. No es cuestión de sexismo, es que el hombre tiene más que perder a nivel económico, con respecto a los hijos, y ¿Por qué no decirlo? con respecto al matrimonio. Por eso es muy frecuente que el varón que pide el divorcio en realidad lo haga porque su amante está detrás promoviéndolo. Lo mismo en el caso de la esposa, es muy común que ella lo pida porque ha encontrado una persona con quien se siente muchísimo mejor que con su pareja y que cuando le ocurre al hombre prefiera por cobardía o comodidad mantenerse tal y como está. En cuanto a las famosas suegras, cuñadas y demás parientes, aunque no rompen ellas los matrimonios si que suelen ser un desafortunado catalizador de los problemas conyugales, al ser fuente habitual de confidencias de uno y otro, y en demasiadas ocasiones, malas consejeras. Del lado masculino el mayor peligro no suele ser la familia sino el típico amigo que le lía para tomarse unas copas y le incita constantemente a la infidelidad
SOLUCIÓN: No por obvia, debemos de dejar de comentarlo: la comunicación, base de toda pareja, es la clave para solucionar algo en apariencia inevitable: una persona que nos comienza a atraer y ser correspondidos; o un pariente o amigo/a entrometido, lo mejor en el primer caso es comentar que hay un problema de pareja, nos sentimos atraídos por otras personas y queremos solucionarlo, bien por nuestros propios medios o bien iendo a terapia de pareja (muy aconsejable). En cuanto a terceros y parientes, comentar con mucha prudencia y cariño que nos tememos que están influyendo en nuestro cónyuge, e intentar razonar que puede ser muy negativo para ambos.
CAUSA NUMERO DOS: ALCOHOL, OTRAS DROGAS y ADICCIONES Y MALOS TRATOS DE PALABRA O FISICOS LEVES
Quien piense que esta libre de que esta sea la causa de ruptura de su matrimonio que haga examen de memoria y piense si nunca ha tenido una discusión fuera de tono donde uno de los dos ha dicho “¡Pero mira que eres idiota!”. Así empiezan la mayoría de divorcios. Uno de los dos está hastiado del otro, la discusión va subiendo de tono y en un momento dado decimos (en el mejor de los casos) una frase hiriente y es la gota que colma el vaso.
Eso es un ejemplo de lo más suave, a partir de ahí se pueden imaginar que hoy en día decir una frase más alta que otra, responder a una provocación y cosas peores, hasta un empujón, pueden tener consecuencias muy graves por malos tratos, siendo la inmediata el divorcio.
Y el problema del alcohol, drogas y demás adicciones (incluso a las compras compulsivas) es que pueden ser también lo que antecede a una agresión o en todo caso la ruina y ruptura del matrimonio.
SOLUCIÓN: En cuanto haya discusiones de especial frecuencia e intensidad, sobre todo delante de los hijos HAY QUE PONERSE EN MANOS DE TERAPEUTAS DE PAREJA Y/O MEDICOS DE FAMILIA que nos reenvíen en su caso a manos de especialistas. Son temas muy dificiles de manejar entre dos personas que están en una espiral de desencuentros. En el caso de las drogas y adicciones, cualquiera que sean estas, en el momento en que afectan a la vida familiar y al dinero, hay que ponerles remedio profesional inmediato si se quieren “salvar los muebles”
CAUSA NUMERO TRES: EL DINERO, COCHINO DINERO
Decía la canción que “cuando el dinero sale por la puerta, el amor salta por la ventana”. Aunque es una causa muy dificil de admitir, una mala situación financiera, causada por uno de los cónyuges (por ejemplo un paro prolongado, la ruina de un negocio, mantenerse en situación de ama/amo de casa más allá de la edad de cuidado de los menores, un cónyuge que hereda o gana mucho y no lo quiere compartir con su pareja, etc…) provocará en el otro una desesperante sensación de falta de admiración por su pareja (si esta no reacciona) o rencor y odio si es que no quiere compartir sus ganancias con nosotros. La primera causa (empobrecimiento, ruina o falta de ambición de nuestra pareja) provocará un divorcio a la larga, en cuanto haya la más mínima oportunidad. En el segundo caso (enriquecimiento de uno en detrimento de otro) el divorcio será casi inmediato.
SOLUCION: La más básica en el caso del paro o ruina de nuestro esposo o esposa es el cariño y la comunicación. Apoyarle en todo lo que emprenda, animarle a buscar alternativas y nuevas oportunidades de trabajo, enumerarle las ventajas que tendría salir de esa situación o aprovechar la misma para preparar unas oposiciones, etc, hará que finalmente la pareja como tal salga reforzada. En el caso del egoísmo en las ganancias de uno en detrimento del otro, siempre se puede intentar la terapia de pareja antes de recurrir al divorcio.
ANTES DE CASARSE (O AUN DESPUES) EN EL CASO DE RUINA INMINENTE DE UN CÓNYUGE O SOCIEDADES FAMILIARES es muy util la SEPARACION DE BIENES, que antes del matrimonio se otorga ante notario mediante CAPITULACIONES MATRIMONIALES y posteriormente como simple SEPARACION DE BIENES y en cualquier momento (salvo que se haga en perjuicio de acreedores, lo cual es delito). Salvará o separará el patrimonio de ambos, lo cual puede facilitar las salidas financieras al cónyuge que se arruine y que el otro no pierda lo que quede. En el caso de sociedades familiares, sea egoísta o no, el separar los patrimonios nos puede salvar de muchas discusiones y de ser acusados constantemente de “haber dado un braguetazo”, ( un matrimonio de convenencia). En estas ocasiones hay que saber elegir entre vivir económicamente desahogados o con amor y tranquilidad.
CAUSA NUMERO CUATRO: HIJOS NO DESEADOS O NO PLANIFICADOS
¿Quién no conoce a una pareja que en una noche de pasión descontrolada acabó en un embarazo no deseado que finalmente se llevó a término? Más veces de lo que se piensa – y entre gente con bastantes más años que la mayoría de edad- las cuales ellas a lo mejor no desean abortar , y ellos y ellas se acaban casando un poco “obligados” por las circunstancias. También hay parejas de muchos años de noviazgo, que se quedan embarazadas y justo cuando nace el bebé es cuando se produce el divorcio o simplemente el rompimiento del noviazgo. Y es que el nacimiento de un hijo, querido o no, es el mayor cambio en la vida de una persona, y como todo, hay gente que le sienta estupendamente y para otros y otras es una bomba de relojería que acaba rompiendo una feliz pareja. También sucede a la inversa y con bastante frecuencia: uno de los dos no puede tener hijos y el otro miembro de la pareja acaba teniéndolo con otra persona o se queda embarazada de un tercero.
LA SOLUCIÓN: Es evidente que en este último caso poco hay que hacer más allá de romper nuestra relación, a no ser que se hable a tiempo y se pruebe a adoptar o realizar técnicas de reproducción asisitida. Pero en el primer caso es cuestión de actitud: un hijo es complicado sobre todo al principio, pero a partir del medio año de vida es imposible no verse reflejado en él y tenerle un amor más allá incluso del de pareja. En la mano de cualquier matrimonio está el ver un hijo como una oportunidad de darle sentido a nuestra existencia (como decía mi padre, en paz descanse) o como un calvario que nos ata de por vida al padre o a la madre. La sinceridad y el cariño así como fijarse metas es la mejor receta frente a un embarazo no deseado pero llevado a término: es importante sincerarse y valorar si merece la pena el esfuerzo de tener una familia con la persona incorrecta, o incluso valorar los pros de tener una familia y un hijo que criar frente a la soledad y la remota posibilidad de encontrar el amor romántico.
LA SOLUCION FINAL A TODOS LOS DIVORCIOS: EL AMOR ROMÁNTICO FRENTE AL MATRIMONIO DE CONVENIENCIA
Me relataba hace poco un eminente psicólogo un experimento realizado en EEUU hace bastantes años, cuando los matrimonios de conveniencia eran moneda corriente: hablaron con personas que llevasen más de cuarenta años casados y les hicieron una encuesta de satisfacción, diviéndolos entre dos grandes grupos: los que se casaron por amor y los que lo hicieron por posición social, dinero o pura conveniencia empresarial o estratégica. La pregunta era quienes se sentían más satisfechos con su pareja al cabo de tantos años. La respuesta fue practicamente unánime. ¿Se la imaginan?. Pues si: los matrimonios de conveniencia eran en general más felices que los que lo iniciaron por amor. Por una sencilla razón psicológica: los primeros no tenían expectativa ninguna sobre su pareja. Imaginaban que compartirían su vida con un extraño y punto. Con el paso del tiempo al ir viendo como era el otro, el día a día, los cuidados, el compañerismo, la amistad desinteresada y la ausencia de exigencias provocaron un amor tranquilo y maduro, así como inexperado, justo cuando conocieron de verdad a su pareja a los dos años de convivencia más o menos.
En el caso del amor romántico también la respuesta fue unánime: practicamente todos los encuestados afirmaban sentirse defraudados por sus parejas. Para casi ninguno esta había cumplido ni de lejos sus expectativas. ¿Cuál es el problema de esta sorprendente conclusión que se dá a los dos años de convivencia – al igual que la anterior-? Exactamente eso: la creencia en el amor romántico, cuyo plazo de caducidad está en torno a los 24 o 30 meses de relación. Cuando termina esa fase de gozo a todas horas aparecen las personas de carne y hueso y es entonces cuando deberíamos emplear la técnica del los matrimonios de conveniencia: anular las expectativas y comenzar a conocer de manera desinteresada al otro, sin prejuicios, con mucha amistad y cariño, apoyándonos si procede en profesionales de la psicología, de lo contrario la conclusión será la misma: el DIVORCIO.
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