Hace dos años, en medio de la virulencia de esta crísis –que no cesa- había un cartel inmenso a la entrada de mi ciudad que proclamaba: “Por fin en Coruña, la “Estrella de (nosequé)”, prometiendo ser una tienda con variopintos remedios para casi todo, capitaneada por una señora Sudamericana que debía de ser muy famosa por aquellos lares, pero aquí no tanto. La tienda me quedaba camino de mi garaje, con lo cual pasé expectante al menos un centenar de veces por delante, y no me quedó nada claro ni que vendía exactamente ni donde estaba aquella señora tan famosa (al frente del mostrador había una dependienta jovencita y nacional). La tienda en si misma mezclaba con profusión artículos de decoración, místicos, de higiene y hierbaterapia en una especie de “todo a cien” místico que rebajaba la incorporeidad espiritual del ser humano a la materialidad de un bazar chino. Que digo yo que el espíritu no debió de dar para tanto mercantilismo cuando la tienda ya está más que te “requetecerrada”, a no ser que haya abierto sucursal en esferas más altas e inmateriales del ser y mi necedad mística me impida abrir los chacras y verlo. Eso me hace pensar en lo perdidos y solos que nos han dejado gobernantes, reyes y obispos, cuando no dejan de florecer negocios dedicados exclusivamente a llenar ese vacío de poder con obvias orientaciones de “tu puedes” “tu vales” “mantén tu negocio y tu vida organizados y limpios de polvo y paja”. Por que, a fin de cuentas, cuando pienso en esa tienda inconcreta y ambigua, me viene a la memoria la actitud de un gobierno sordo y miope, instalado en leyes incomprensibles e injustas a la par que se hunde en la sordidez de la corrupción y la falta de reformas, y todo ello mientras nos habla de indicadores macroeconómicos altamente positivos y de la bajada de la prima de riesgo. Vamos, que teniendo en cuenta que a los pocos autónomos que nos dejan dinero, nos lo dejan al 9%, y a los hipotecados les aplican una claúsula suelo, que tras provocar un rescate nacional, Bankia sube en bolsa y NGC se regaló a los venezolanos, mientras los de las preferentes siguen sin cobrar, todo esto nos suena más hipócrita que pretender vender por espiritual una piedra con una bombilla dentro. Y es que al Gobierno le pasa como a la Infanta, ya no se acuerda de nada, ni siquiera de sus promesas electorales.
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