Año 1919. Se firma el Tratado de Versalles que pone fin a la Guerra Mundial. Se obliga a Alemania, la perdedora, a reparar a su costa cada puente y cada carretera destruída durante la primera Guerra Mundial. Los Germanos entran en una crisis de la que no levantarán cabeza, hasta que un fanático, hijo de un aduanero encargado de vigilar la frontera entre Austria y Alemania, comenzó a hablarles del pasado. Les dijo que habían sido un país poderoso e invencible y que sus enemigos temblaban al oir su nombre. Sobre todo les habló de un futuro glorioso donde reinaría la raza aria superior. Para ello “solo” había que exterminar al enemigo judío. Aquel que les había robado hasta el último marco. Así fue como, a ritmo de opera “Wagneriana” , Adolf Hitler nos metió en la Segunda Guerra Mundial. Se “olvidó” de comentar a sus súbditos que el verdadero enemigo era Francia, beneficiada por el “Tratado de Versalles” y que el principal objetivo era el Ruhr, zona minera de gran riqueza, dónde años más tarde se levantaría como símbolo de la paz el Parlamento Europeo de Estrasburgo.
Lo curioso del tema, es que los alemanes, desesperados y hambrientos, sin esperanza ni futuro, siguieron a Hitler en su delirio: primero, en la “noche de los cuchillos largos” asesinando opositores, luego en la “noche de los cristales rotos”, tras un asesinato aislado cometido por un fanático israelí, las “S.S.” se dedicaron a perseguir, asesinar y deportar a miles de judíos. ¿Les suena eso de que un único asesino loco provoca a una multitud a exterminar a su etnia de origen?. Seguro que Adolf en cada discurso -y hacia el final-añadía “Francia nos roba, y lo robado lo deposita en un banco judío”
Por último, el 19 de agosto de 1934 hubo un plebiscito (¡como se repite la historia!), en el que el 90% de los alemanes ratificaban a su “Führer” como nuevo emperador o canciller de Alemania, con plenos poderes para hacer lo que le diese la gana sin interferencias…era la génesis de la mayor matanza de la historia de la humanidad: la Segunda Guerra Mundial.
Si piensan que exagero, acuerdense de la más cercana en el tiempo “Guerra de los Balcanes”, Siria, Irak o Libia Entre los cuatro conflictos suman casi más muertos que en la II GM. O más cercana en el espacio, nuestra sangrienta “Guerra Civil Española”.
Volvamos al delirio de Cataluña: “España nos roba” “no nos deja decidir” “tiro al facha” “el que no es catalanista no merece ser ciudadano catalán”. Así empiezan todos los dictadores, dando un golpe de estado a su propio parlamento y alimentando el odio y la desobediencia civil. Mussolini, Chavez, Maduro, y tantos otros que me sirven de ejemplo.
Yo mismo, que nací y he vivido toda mi vida en A Coruña, he sido testigo de la exageración histórica de los libros de texto en Gallego sobre la historia de Galicia, hablando de que España nos había cercenado, masacrado y oprimido. Creo que la historia hay que contarla de manera objetiva sin tantos adjetivos que lo único que alimentan es el odio... Conozco niños catalanes que no saben hablar Español y niños vascos que les premian cada vez que hablan vascuence y les reprenden y ponen mala nota cada vez que hablan español.
Escuché la entrevista de Jordi Evole a Puigdemont y me repugnó que afirmase no apoyar un referendum en el invadido Sáhara. Me asqueó su maldad, su egoísmo y la manipulación de millares de catalanes que siguen a su caudillo hacia la tierra prometida.
Me sorprende todos los catalanes que en caso de independizarse, no saben que hasta para comprar o vender a Zaragoza tendrían que pagar un arancel de exportación o importación de cómo poco un 8%. Que cuando cogiesen un tren o avión o incuso coche al “territorio enemigo” tendrían que pasar una aduana con todos los trastornos, demoras y atrasos que ello supone. Que no tendrían moneda propia y que tendrían que esperar años para volver a entrar en la UE (suponiendo que esta quiera). Que nadie les compraría deuda si no es al 20%, con lo cual no tendrían garantizadas las pensiones ni los sueldos de funcionarios ni siquiera el funcionamiento de la Sanidad Pública. Que “SEAT” “UNILEVER” “CODORNIU” y tantas otras levantarían el “chiringuito” y dejarían a cientos de miles de catalanes en el paro y en la ruina. Me sorprende que la tierra que vió nacer a Dalí, Miró, Gaudí, los Roca, y empresas como “SEAT” o “Codorniu”,el “Barça”, deportistas como los Gasol, Jordi Calafat, Xavi Riba, “Purito” Rodriguez, Sito Pons, Marc Márquez, tantos y tantos genios, que organizó la mejor olimpiada de la historia, dónde pasaron todos los pueblos que dominaron el comercio en la antigüedad, ahora pueda albergar a tanto incauto, si no fuera por el odio nacionalista cocinado durante una democracia entera en forma de televisión autómica, enseñanza autónomica, elites autónomicas, que, al igual que Hitler, echaron la culpa a otro de sus propios males errores y corrupciones. Siempre hay un dictadorzuelo manipulador, y siempre hay un pueblo soñador e imprudente que le sigue en los mayores errores de la humanidad. Ojalá que el brillante pueblo catalán sepa ver en la unión y el progreso la única verdad posible. La otra, la del odio y el separatismo solo lleva a la verdad de la crisis y la guerra.
Permitanme que les diga que odio el nacionalismo entendido como la distinción de otras razas y pueblos utilizando un idioma como elemento diferenciador en vez de comunicador de cultura e identidad. Será por que soy un abogado enamorado del artículo de la Constitución Española que dice “que todos somos iguales ante la ley” hasta que viene el Puigdemont de turno y añade “si, pero unos más que otros”
Pablo Carvajal de la Torre.