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Resurreción

Hoy, lunes 6 de abril de 2015, se ha sabido que en España hay 60.214 parados menos, quedando la cifra total en 4.451.939 de desempleados que buscan trabajo. ¿Estamos ya en el tramo final de la crisis? Nunca se sabe, pero para ello lo mejor es prepararse para la vida en si, sentir que podemos resurgir, al igual que el ejemplo bíblico de Jesucristo. El error que nos ha llevado a esta crisis total ha sido pensar que la vida es fácil y que la crisis es pasajera. Creo, parafraseando a Ortega y Gasset y otros muchos, que el ser humano necesita de malas situaciones para sacar lo mejor de si mismo y situarse mucho más cerca de la felicidad, al contrario de cuando posee todo lo material y no siente más que vacío. El hombre y la mujer necesitan de la adversidad para sentir el estímulo del reto constante, de la lucha diaria. No quiero decir con esto que es "bueno" cuatro millones y medio de parados, con niños malnutridos y gente que pierde sus casas; quiero decir que hasta que aprendamos la lección de esta crisis, no saldremos de ella. Hasta que aprendamos que no se puede caer en las fauces de los bancos, sobreendeudándonos, en las garras de las multinacionales consumiendo sus -muchas veces- productos basura, y votando a los que se sientan en el banquillo de los acusados, no rebasaremos esta tortura. Hasta que, nosotros, los trabajadores de cualquier modalidad, aprendamos que la mejor defensa contra el paro es seguir estudiando hasta que lleguemos a viejos y no podamos leer, por el mero hecho de aprender; hasta que emprendamos cuando no nos den trabajo, hasta que sepamos que es un despido y cuando reclamarlo, el paro no bajará a límites razonables (si es que los hay). Hasta que los ahorradores no se dejen engañar por los "ganchos" financieros en forma de preferentes, subordinas, cláusulas suelo y demás estafas y olvidemos aquello de "nadie dá los duros a cuatro pesetas" no habrá manera de poder ahorrar y vivir tranquilos. Hasta que nos concienciemos de que la jubilación, las bajas, las enfermedades y el pago de las hipotecas y créditos es un problema cada vez más nuestro, y no de un Estado que nos ha dejado de lado, viviremos al capricho de nuestros dirigentes. Porque no podemos confiar en que nuestros políticos de derechas dejen de apoyar a los poderosos, ni que los de izquierdas se olviden siempre de los autónomos, o que unos y otros sean honrados al cien por cien. Porque nosotros, únicamente nosotros, somos dueños de nuestro destino y de nuestra vida. Y cuanto más sabios, trabajadores y ahorradores seamos, menos dependeremos de ellos. 

 

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