La nueva política ya no necesita “hacer la calle”, recorre los platós y llega cómodamente a nuestros hogares a través de las redes sociales, para que no tengamos que molestarnos en dejar de seguir atontados y encerrados en nuestra habitación. La nueva política posee abundante cabellera, bien sea en versión “coleta Robesperiana” o en su variante setentera “Starkyhuchniana”. Todos sabemos que los calvos siempre son los malos de la película, y los alopécicos más todavía. El “Doctor no” y el “Doctor Maligno” lo eran y por algo será. Nada de corbatas ni de tonos apagados que les identifique con "la casta": unos se arremangan estudiadamente la camisa barata de "carrefour" mientras otros les roban la chaqueta azul eléctrico al payaso de "Micolor" o ya directamente el chandal con la bandera nacional.
La nueva política no necesita debatir. Sabe lo que hay que hacer. Posee la verdad absoluta, ya que Chávez, Nixon o Lenin se les aparecen en sueños y les iluminan con el camino a seguir, cuyos dogmas de fe nos serán revelados en el momento oportuno.
Por lo de pronto, la nueva política propugna como grandes avances del Siglo XXI el cierre de fronteras o el derecho a la autodeterminación del patio de mi casa, que es particular, y tiene fuero aparte. Hay que proteger la economía local del peligro amarillo, pero también de las mujeres, los negros y de los inmigrantes que vienen a robar, tanto nuestras casas como (mayormente) nuestros trabajos. Rodear el Congreso, controlar los servicios de inteligencia o los medios informativos son también sus iniciativas más innovadoras. Reniegan de la obediencia a la ley, porque ellos (y solo ellos) son el pueblo. El resto somos casta, fachas o rojos, pero en todo caso parias, ya que no sabemos entender la nueva democracia y por ello nos tiene que dar vergüenza opinar de lo que no tenemos “ni pajolera”
Sus ideas revolucionarias no se quedan ahí: hay que avanzar en lo que a transporte se refiere y para ello, nada mejor que aparcar el coche y agarrar una bici para asegurarse parar el cambio climático de una vez por todas. Para ello, nada de hacer aparcamientos a la entrada de las grandes ciudades, no, es mejor prohibir directamente la entrada de automóviles y “sanseacabó”. Eso si, ellos pueden (y deben) seguir utilizando los coches oficiales. Son omniscientes y, todo poderosos, y claro, ellos no contaminan.
Cuando a nosotros nos pillan en un renuncio, toca pagar. Cuando les pillan a ellos, dimitir sería darle la razón a los poderosos. Y es que siempre hay una gran conspiración contra ellos, ya que son los nuevos Mesías, cuya crucifixión se pide día si y día también por los millares de Judas que intentan “ponerles la pierna encima para que no levanten cabeza”. La “Troika” el FBI, el FMI, la Derecha, los Rojos, los Arabes, los Judíos, el IBEX 35, y hasta los “Iluminati” y los “Simpson” planean cuidadosamente quitárselos de en medio.
“¿Nuevos políticos Trump, Maduro, Iglesias, Grillo o Tsipras?¿entonces ya nadie se acuerda de Reagan, Berlusconni o Swarchzenagger? ¡Boh! El mismo perro con distinto collar” que diría mi abuela…y es que ¿Qué sabría ella de la nueva política? ¿Quién iba a decir que hoy nos levantaríamos con el titular “Donald Trump gana las elecciones de EEUU” ¿Qué sabré yo de que hablo, un simple abogado de una simple ciudad, Coruña, de un simple país sobre LA VERDAD y los DESIGNIOS DIVINOS? Nada.
Pablo Carvajal de la Torre